viernes, 7 de noviembre de 2014

EXPEDICIÓN AL PAITITI-Agosto 2010 (4TA. PARTE)
(Por Sixto Paz)


LA RUTA PROHIBIDA

“En las selvas del Manu hay un misterioso y peligroso cañón llamado Mecanto. Por éste cañón discurre con gran fuerza y constancia el río Siskibenia, flanqueado por paredes verticales y aguas llenas de rápidos con fuerte corriente que forman amenazantes remolinos, haciéndolo prácticamente intransitable. Según las leyendas locales, dicho paso esta resguardado por una mujer vestida de blanco, que es el mismísimo espíritu de la Tierra. Ella determina quienes pueden cruzarlo y sobrevivir en el intento. El Mecanto es la puerta hacia otra realidad….”

Cuando estábamos en el proceso de selección de las doce personas que me acompañarían al viaje del Paititi 2010, y debíamos completar el número, surgió el invitar a Marcia de Ávila de los grupos de Montevideo, Uruguay. Cuando se le comunicó la noticia de que sería incluida en el grupo de la expedición, compartió un bellísimo dibujo que había hecho poco antes, en donde sin saber que sería tomada en cuenta, había puesto a la Dama de Luz, una mujer joven de túnica delante de la puerta de Paititi. En esos días viajé para la Argentina, y al llegar a Trelew el grupo organizador de mis eventos había previsto una entrevista de televisión muy temprano en la mañana. Aparecí entonces en una entrevista anunciando la conferencia que daría por la noche en el auditorio del Diario el Chubut. Durante la entrevista conversamos con el presentador de lo que ha sido mi experiencia de todos estos años.
A media mañana cuando fuimos a hacer el reconocimiento del local, el director le encargó al dibujante del periódico que nos lo mostrara, y mientras conversábamos con él cuyo nombre es Carlos García, argentino de padres uruguayos, me reconoció como la persona que había estado en la entrevista de la televisión en la mañana, y fue de inmediato a su oficina y trajo un dibujo que había hecho cuando me escucho hablar de nuestros contactos, y era ¡un dibujo similar al que había hecho Marcia! En él aparecía la Dama de Luz como una mujer joven de túnica con una espada pasando al lado de la puerta. Le pregunté entonces de dónde había tomado esa figura o por qué la había dibujado. Pero el sólo me dijo que era lo que había sentido cuando yo estaba hablando en la entrevista. Quedé gratamente impresionado al comprobar las sincronías y confirmaciones.
Al arribar al Cusco el día 7 de Agosto de regreso de sobrevolar las líneas de Nazca me encontré con mis compañeros en el aeropuerto. En el mismo vuelo habíamos viajado Nimer Obregón (Lima, Perú) y yo.
Llegados a la ciudad imperial recibí la llamada de una amiga nuestra y dueña de una Agencia de Turismo, la señora Ketty Delgado a quien quince días antes le había encargado que nos averiguara de una movilidad, que pudiera hacer la ruta Cusco al Km 250, localidad de Santa Cruz ida y vuelta. Ella me consulto si es que ya había encontrado movilidad, porque ella tenía la persona en el Cusco que nos podía hacer el servicio. Le agradecí su gestión y le dije que le confirmaría al rato porque tenía que coordinar con las personas encargadas para ello.
Cuando hablé con los compañeros comisionados noté los rostros apesadumbrados de Francisco Sosa (Huancayo, Perú) y de Daniel Lague (Lima, Perú), quienes estaban a cargo de coordinar lo relativo a la movilidad que llevaría al grupo y la carga hacia el Manu. Por más que habían hablado con diversas empresas estas les habían cancelado una tras otra, de tal manera que no habían tenido fortuna, y faltando un día para el viaje, ¡aún no teníamos movilidad!. De inmediato los tranquilicé haciéndoles saber de la buena nueva del ofrecimiento de Doña Ketty. Ellos naturalmente se pusieron muy contentos. De inmediato llamé por teléfono a Turismo Inkaiko, empresa de Doña Ketty y me dieron los datos del dueño de la movilidad, y me informaron que a partir de las 6 p.m me esperaba el dueño de los buses en su oficina para hacer el contrato y efectuar el pago del 50%. El dueño se llamaba: ¡Julio Avalos!
En las selvas del Manu hay un misterioso y peligroso cañón llamado Mecanto. Por éste cañón discurre con gran fuerza y constancia el río Siskibenia, flanqueado por paredes verticales y aguas llenas de rápidos con fuerte corriente que forman amenazantes remolinos, haciéndolo prácticamente intransitable. Según las leyendas locales, dicho paso está resguardado por una mujer vestida de blanco, que es el mismísimo espíritu de la Tierra. Ella determina quienes pueden cruzarlo y sobrevivir en el intento.
El Mecanto es la puerta hacia otra realidad…La mujer de luz es llamada “La Mujer de Davalos”, recordando que Dávalos es un apellido de origen español (Navarro), y a su vez, tiene un origen godo o más antiguo celta que nos hace recordar el mito del rey Arturo de Bretaña y la legendaria “Avalon”.
Es mundialmente conocida la historia del rey Arturo quien logró extraer la espada “Excalibur” de la roca donde Merlín la había clavado hasta que apareciera quien siendo justo y verdadero, fuese capaz de gobernarse y gobernar a los demás. Esta espada recibida por Merlín de la Dama (ondina) del lago era un símbolo de la lealtad del reino de las hadas hacia el potencial humano, que es entregada a aquel que siendo elegido por sus cualidades, ha sabido comulgar con la naturaleza con verdad y justicia, para que a discreción se la facilite a quien está aprendiendo y enseñando a su vez a vivir, crecer, y amar (Merlín y Arturo). Esta espada daba autoridad, poder y fuerza para superar los obstáculos aparentemente infranqueables.
Arturo llega a enfrentar las sombras de la traición y de la infidelidad en su propia esposa (aunque él mismo no tenía una vida muy correcta en ese sentido), y cómo todo ello, por ley de causa–efecto arrastra una terrible situación que desencadenó el ataque artero de las fuerzas tenebrosas, llevando a la aparición en escena del simbólico Santo Grial.
En la leyenda del Grial escrita en el siglo XII por Chrétien de Troyes, el caballero Percival, miembro de la Tabla Redonda cabalga durante mucho tiempo buscando la cura de la enfermedad de Arturo (la frustración, la decepción y el rencor), que ha sumido al reino en el abandono y la infertilidad. En su largo recorrido atraviesa bosques y montañas hasta que encuentra un río, y en el, una barca con dos hombres, uno de los cuales esta pescando. Percival les pregunta por donde sigue el camino y como puede cruzar el río. Pero el pescador le dice que no hay forma de cruzar a caballo el río, pero que no muy lejos de allí hay una grieta en la roca por donde puede llegar a lo alto de una colina donde encontrará un casa donde cobijarse.
Después de agradecer busca la grieta y la encuentra llegando no a una casa, sino a un castillo al cual entra cruzando un puente levadizo. De pronto se da cuenta que ve cosas que antes no podía, y que ha llegado al mismo Castillo del Grial. Una vez dentro recibe la bienvenida del señor del castillo, que resulta ser el mismo pescador del río, pero ahora bajo la apariencia de un rey enfermo por una grave herida. Percival esta delante de lo que ha dejado y no se da cuenta; ha vuelto al mismo lugar del que salió pero en otra dimensión... Es invitado a continuación a un festín, donde se le tributan todo tipo de honores y observa durante el banquete el desfile del cortejo del Grial. Primero ingresa un paje que porta entre sus manos una lanza manchada con sangre (la traición y el sufrimiento), luego vienen dos pajes más llevando entre sus manos un candelabro con velas encendidas (la luz de la conciencia despierta y vigilante) y con ellos una hermosa dama, portando una luminosa y resplandeciente copa. Detrás de ella viene otra dama con una fuente de plata (la intuición de la hay que servirse). Esta escena se repite una y otra vez, sin que Percival haga otra cosa que seguir comiendo. El esta dormido (no conciente) y cansado (tedio, aburrimiento), aún no ha despertado de su inconciencia. Busca y no sabe realmente lo que busca, por lo que difícilmente puede percatarse cuando lo encuentre. Mira pero no ve, porque aún no es su tiempo.
El caballero desaprovecha la oportunidad de preguntarle al anfitrión el motivo del cortejo, o el origen de su herida. Es más, terminada la cena, Percival mantiene una conversación intrascendente con el rey, hasta que se va a dormir.
Al día siguiente al despertar se encuentra que las puertas del castillo están cerradas y él esta fuera, en el patio de armas. El puente levadizo que cruza el foso felizmente esta bajado, encuentra fuera su caballo ensillado y sus armas apoyadas en el muro. Aunque llama varias veces a la puerta no hay respuesta alguna, y al tratar de cruzar el puente una vez más, este se levanta arrojándolo con caballo y todo al foso. Molesto, grita pero el castillo completo desaparece delante de sus ojos. Y aunque va a vagar por el bosque durante años buscando nuevamente el Castillo del Grial, no lo vuelve a hallar hasta que logre la actitud adecuada.
En el simbolismo de la historia, el rey herido cuyo reino es un campo yermo y seco (simbolismo del universo estancado y de la terrible noche oscura de la humanidad), sólo puede ser curado si un caballero encuentra el castillo (su propia fortaleza interna). Esto es que nos fortalezcamos y nos percatemos del lugar y el momento actual como la gran oportunidad que brinda el estar cerca del fin del ciclo de oscuridad. El llegar a ver el Grial que es el amor desprendido, solidario y a la vez el cáliz del perdón, simboliza el conocimiento de lo que se nos pide y de lo que se necesita para ayudar al rey (la humanidad) para que supere el estado en que se encuentra. Y es que estamos en la actualidad enfermos de resentimientos, rencores y sentimientos de culpa. Todo esto exige que solidariamente seamos lo suficientemente concientes como para formular las preguntas correctas como son: «¿Qué os aflige?» y «¿A quién sirve el Grial?. Hasta que su reino se cure (por el perdón y la compasión), su reino permanecerá arruinado. Este simbolismo también debe extenderse a nuestro mundo que está siendo devastado por el egoísmo, el odio y los rencores. Por ello, si no aprendemos a protegerlo (al planeta) con amor no tendrá esperanza alguna.
El propio ser humano, sumergido en la crisis del pesimismo, la depresión, la frustración y hasta los sentimientos de culpa a los que tanto han contribuido las religiones, debe recordar aquella ley universal que dice: “que a toda fuerza se le opone otra contraria de igual intensidad”. Si el rol de la humanidad es importante en el concierto de los mundos, va ha haber una fuerza poderosa tratando de neutralizarlo; y qué mejor que enfermando al ser humano con desaliento y desesperanza.
Todos podemos ser curados. El Grial, que simboliza perdonarnos y perdonar puede curarnos, pero hay que saber encontrar al Grial, y no perder de vista su significado; y al encontrarlo, saberlo entender aplicando su significado, para que con la actitud correcta podamos responder a sus exigencias...
Volviendo a la mujer de Dávalos, podemos jugar con las palabras y así tendríamos que la mujer de luz sería aquella que “Da el aval a los”...que cruzan o no el cañón.
Con don Julio Ávalos al parecer ya teníamos el tercer aval para ir a la zona, porque el primero habían sido las comunicaciones confirmadas de los guías, el segundo, las bendiciones de los maestros Q`eros. Pero cuando por la tarde llegamos a las oficinas de Don Julio, nos encontramos que él había entendido mal la ruta, pensando que era hacia Puerto Maldonado por la nueva carretera internacional, y lamentablemente sus buses no estaban preparados para ir por el trayecto hacia Shintuya que es por caminos de tierra y piedras, que en ciertos lugares es una simple huella que araña profundos abismos. Al insistirle si él nos podía ayudar a través de un amigo suyo que pudiera hacer ese servicio, él nos confirmó que tenía un amigo que quizás podía solucionarnos nuestra necesidad. Y delante nuestro lo llamó por teléfono, y todo iba muy bien porque ésta otra persona conocía la ruta, hasta que Don Julio le confirmó que el viaje era para el día siguiente. Allí nos dijo que ese día no tenía autos disponibles.
Todo parecía complicarse más y más, cerrándose las puertas. Entonces sentí insistirles a ambos preguntándoles por otra persona que pudiese hacer ese viaje, alquilándonos la movilidad. La persona del teléfono le dio el dato a Don Julio para que llamara a Don Wilbert Nieto que también tenía buses que cubrían ese trayecto. Lo llamaron y contesto que si podía hacer el viaje al día siguiente 8 de agosto, siempre y cuando fuéramos inmediatamente a sus oficinas para concretarlo, la dirección era en ¡el pasaje OVNI !, E -1, Urbanización Kennedy allí en el Cusco. Al escuchar la dirección nos sorprendimos sin poderlo creer.
El señor Ávalos fue por así decirlo el aval (intermediario) y finalmente Don Wilbert Nieto nos alquilo la movilidad que estuvo muy temprano por la mañana en la puerta misma del hotel para recogernos.
El hotel cerca del mercado del Cusco era un lugar cómodo de varios pisos aunque carecía de ascensor, por lo que lo duro era para quienes estaban alojados en los pisos altos, por el esfuerzo que suponía subir y bajar las escaleras con mochilas, o sin ellas, pero igualmente hacerlo una y otra vez era extenuante ya que la altitud puede producir apunamiento o mal de altura.
En el recibidor o lobby había en la pared una reproducción del disco solar, el llamado disco de Echenique por cuanto era una placa circular que se le fue obsequiada al presidente Rufino Echenique en 1863, que representaba al sol con rostro de jaguar. Recordemos que el jaguar encarnaba a la Tierra y al mundo de aquí (Kay Paccha) en la cosmogonía andina, y al ser el rostro del sol un jaguar, este terminaba simbolizando: ¡el sol en la Tierra! (¡Lo mismo que significa para nosotros en el contacto la palabra Rama!) ... La imagen original esta en la actualidad en la caja fuerte del Museo de la Cultura de las Indias en Nueva York, inexplicablemente oculta y sin ser exhibida al público. Hay quienes relacionan la imagen de este disco como una reproducción o copia de la época inca de una de las caras de la grandiosa figura que estaba en el Coricancha. La copia más pequeña que la original se encontraba en el Poqen Cancha, la pinacoteca cuzqueña donde se registraba la historia de los Incas. El disco original del Templo Mayor del Sol le tocó en el reparto del botín del Cusco a Mancio Sierra de Leguízamo. Un soldado bebedor que lo jugó a los dados una noche y al amanecer la pieza de gran tamaño había desaparecido.
En el hotel, al lado de la imagen del disco estaba un gran cuadro de la magnífica ciudadela de Machu Picchu descubierta en 1911 por Hiram Bigham. En el cuadro se veía claramente el perfil de un hombre mirando al cielo formado por la montaña o Apu Wayna Picchu (montaña joven). Al frente, en la misma recepción estaban otros dos cuadros, uno representando al Señor (Cristo) del Qolloriti, que simbolizaría el calvario andino, el sufrimiento indígena y la esperanza de su resurrección o vuelta de Inkarri, el Inca Rey abatido pero con el poder mágico de renovarse como el fénix y resucitar. Allí esta la esperanza de que vuelva devolviendo la justicia, el amor y la paz a todo y a todos; y el otro, de la Virgen con el niño (La Pachamama o Madre Tierra con la Humanidad en sus brazos).
Francisco (Pancho) y Daniel nos contaron que también tuvieron dificultades en lo relativo al permiso que otorga la comunidad machiguenga. Ellos indicaron que después de haber hecho la gestión con la comunidad consiguiendo la aprobación de la misma realizando los pagos correspondientes, y a continuación haber tramitado la autorización de la Dirección de Parques Nacionales, previo pago de derechos, supuestamente ya todo estaba definido. Pero cuando los compañeros fueron a recoger, días más tarde los permisos, resultó ser que apareció una supuesta ONG, que se encontraría en la actualidad “colaborando” y “asesorando” a los machiguengas, velando por sus intereses. Esta persona exigía un sorpresivo pago adicional excesivo, como un peaje de cientos de dólares por cada persona que entrara en la zona, y que ese dinero, supuestamente de la comunidad debían de hacérselo llegar a él directamente depositándoselo en una cuenta a su nombre. Cuando se le exigió que mostrara los documentos de reconocimiento legal de su ONG, esa persona se puso extremadamente agresiva, nerviosa y finalmente se desapareció, quedando demostrado la poca seriedad y más bien revelando oscuros intereses.
En el hotel nos reunimos por la noche los trece miembros de la expedición con los grupos de contacto del Cusco, quienes vinieron a saludarnos y apoyarnos para el viaje con fruta seca y semillas. Aprovechamos para darles a ellos de manera resumida, nuestras reflexiones sobre el viaje que teníamos entre manos.


Comentando anécdotas como lo relativo al agroglifo que había aparecido el 12 de Junio de éste año 2010 en Inglaterra (Walbury Hill) en donde se aprecia un diseño muy similar a la cara posterior del disco de oro de Paititi, en donde se ve al planeta Tierra en una espiral ascendente, dirígiéndose rumbo a un agujero de gusano (portal interdimensional para vivenciar la reconexión de los tiempos), convirtiéndose poco a poco el circulo de la Tierra (la comunidad mental) en los símbolos de Pusharo (la piedra de los símbolos o Muro del Paititi), pasando de círculos concéntricos, acercándose poco a poco hacia la forma del rostro corazón. También se comentó acerca de las dificultades para conseguir la movilidad, y cómo mágicamente en medio de sincronías y claves, ésta se consiguió a último minuto. No podíamos dejar de nombrar tampoco las bendiciones tan especiales que los Q´eros nos trasmitieron a todos los expedicionarios de éste viaje a través mío, y como si no fuese suficiente, cómo llegué a emparentarme con ellos … Así cuando me pidieron en Racchi que les devolviera su historia y su memoria. En ese momento era como uno de ellos narrándoles y reconectándoles con su pasado. Todo ello me pareció tan increíble…
Algunas de las personas del grupo de contacto de Cusco, con conocimientos sobre las costumbres y tradiciones de los Andes, nos comentaron que en la religión andina, en lo relativo a las ceremonias de ofrendas y de conexión con la naturaleza, hay jerarquías o niveles de sacerdocio que se alcanzan en un proceso de aprendizaje lleno de pruebas de crecimiento y autocontrol. El primer peldaño es el “Pampamisayoq”, que es “el que tiene su mesa de trabajo en la pampa”. Un pampamisayoq tiene que saber como hacer una mesa o despacho, seleccionar las hojas perfectas de la Coca para hacer la ofrenda o Kintu (tres hojas), también debe saber disponer, colocar, combinar e interpretar todos los elementos de la mesa como las piedras, las conchas marinas, los huayruros (semillas rojas o negras o de ambos colores), y demás elementos. Los Pampamisayoq suelen ser curanderos con plantas medicinales, también adivinadores pudiendo leer las hojas de coca. También suelen proporcionar talismanes y amuletos de protección.
Los sacerdotes andinos vienen a cumplir la labor de ser intermediarios. Ellos simbolizan la “Chakana” o “Patapata” como un puente entre el cielo, la Tierra y el inframundo.
El Altomisayoq o Hatummisayoq, es el que es considerado profeta y místico. Se dice de ellos que son los que tienen el poder para comunicarse con los espíritus de la naturaleza, para ello tienen que pasar por fuertes pruebas como “el Karpay”, quedando consagrado a un Apu o espíritu de una montaña en particular. Pero este grado e investidura es temporal, ya que una vida licenciosa y alejada de los valores morales, le puede hacer perder esa condición. El Altomisayoq puede hacer lo que un pampamisayoq, además de iniciar a otros sacerdotes, realizar adivinaciones especiales y canalizar la voz de los Apus.
Aprovechando que estaban los grupos del Cusco hicimos la presentación oficial de la expedición, la cual estaba integrada por nueve hombres y cuatro mujeres:
De Uruguay: Marcia de Avila, Hugo Piriz y Dario Silva.
De Argentina: Cristian Sánchez.
De Ecuador: Susana Gavilanes
De Colombia: Argenis Jara.
De República Dominicana: Johnny Luciano
De México: Jaime Martínez
De Holanda: Patries Van Helsen.
De Perú: Nimer Obregón, Daniel Lague, Francisco Sosa y Sixto Paz.
Por la mañana del dia 8 de Agosto llegó el autobús por nosotros al hotel. Su chofer Roberto venía acompañado de su esposa, una chica joven cuzqueña llamada Lucesita, estudiante de historia de la universidad. Este matrimonio nos llevó a Paucartambo por una ruta nueva, diferente a la de los viajes anteriores. Roberto insistía que era mejor y más cerca. En el camino llegamos a quedar detrás de los nevados del Valle Sagrado teniendo una vista espectacular en el Mirador de Soncos que como reiterado símbolo se repetía ya que se traduce como “Corazón”.
Lucesita nos hizo muy alegre e instructivo el viaje contándonos detalles de los lugares y aportándonos elementos históricos poco conocidos.
Cuando llegamos a Paucartambo después de subir hasta las alturas de la cordillera viniendo por Valle Sagrado y Pisac, nos enteramos de que si hubiésemos venido por la ruta original hubiésemos quedado varados, por cuanto en el camino hubo una avalancha que interrumpió la carretera cerrando la vía.
En la población de Paucartambo nos encontramos con un pueblo colonial bellísimo atravesado por el río, con un puente antiquísimo (1775) en arco ojival perfectamente bien conservado, construido por disposición del Rey de España Carlos III.


Lo curioso es que a mitad del puente habían los emplazamientos para dos cruces de piedra, una de ellas ya desaparecida, pero la otra esta en perfecto estado y su diseño son como líneas que se entrecruzan formando ochos o cadenas ocho es la madre y la cadena es enlazar y unir cerrando ciclos), y éste mismo diseño (la misma cruz), como anticipando este importantísimo viaje (sacrificio por amor) apareció como agroglifo el 14 de Agosto del 2008 sobre los campos de cereales del sur de Inglaterra (Etchilhampton, Wiltshire).


La población luce calles y edificios coloniales pintados de blanco y azul (colores de la bondad y la espiritualidad), destacándose la extraordinaria plaza de armas, donde hay como una fuente con esculturas en bronce que representan todos los bailes típicos del Cusco y que participan en las festividades de la Virgen (Mamacha) del Carmen. Hay que destacar también la hermosísima y original iglesia con su portada trabajada en piedra, con un arco de medio punto, flanqueada por dos pilastras que soportan una capilla abierta con balaustres.
Paucartambo viene de las palabras “Paucar” nombre de un ave de la selva y “Tambo”, lugar de descanso en el camino. Paucar es un ave de color negro y amarillo encendido que construye sus nidos de forma colgante, como tripas que cuelgan de las ramas de los árboles. Vive en familia y su canto según las creencias locales anuncia buenas noticias. Es un ave inteligente que imita los cantos de otras aves entre ellas el cacareo de las gallinas; así también copia los sonidos de otros animales y hasta el llamado de los campesinos. Por eso los indígenas dan de comer a sus hijos el cerebro bien caliente de ésta ave, con el objeto de que sean inteligentes y aprendan rápidamente las cosas que enseñan.
Quizás el simbolismo para nosotros de todo esto estaba en la disposición dentro del Plan Cósmico de los hermanos mayores extraterrestres, de imitar todo lo bueno y positivo que a nivel de emociones el ser humano experimenta, y en nuestro caso nosotros imitar la capacidad de ellos de dar lo mejor de si en la consecución de los mejores resultados colectivos.
De Paucartambo seguimos para la localidad de Tres Cruces de Oro, a unos 3,739 msnm y a unos 35 km de Paucartambo, por caminos de tierra llenos de curvas sobre profundos abismos. De Mayo a Julio en ese lugar se aprecian fenómenos naturales insólitos con el Sol al amanecer, observándose al astro rey gigantesco con colores inéditos y como bailando entre las nubes.



Normalmente por ser la entrada a la selva y al bosque nuboso, se suele encontrar el lugar permanentemente cubierto de nubes. Pero ahora que veníamos con la bendición de los Q`eros, estaba increíblemente despejado y soleado, simbólicamente era como si nos dijeran que debíamos tener la misma claridad de mente y corazón durante todo el viaje.
Por primera vez para nosotros se podían ver las altas cumbres así como los valles cubiertos de vegetación que descendían. Realmente una vista maravillosa y como si fuese la primera vez que estuviéramos allí.
En Tres Cruces nos detuvimos para descansar y hacer humildemente una sencilla ceremonia pidiendo permiso para entrar en la selva, haciendo entre todos una protección especial adicional para el viaje y para el grupo. En lo alto del mirador, teniendo a la selva que se abría delante nuestro descendiendo por entre las montañas ofrecimos emulando a nuestros maestros y amigos Q`eros, un kintu (tres hojas de coca ofrendadas a los espíritus de las montañas pidiendo su venia y protección).


En la improvisada mesa de ofrendas que hicimos, colocamos las estrellitas de seis puntas bendecidas previamente en Racchi por don Santiago Quispe y Doña María Apaza, las cuales después fueron entregadas a todos y cada uno de los integrantes de la expedición.
Ese momento fue de una gran vibración y comunión con la naturaleza. Sentimos la presencia de los espíritus o fuerzas o energías de las montañas que nos acompañaban, y cómo los espíritus del bosque, y hasta la selva misma se abría y nos recibía con amor fraterno, casi como llevándonos en sus brazos.


Fueron interminables horas bajando de las montañas en el bus por caminos de tierra haciendo una y mil curvas, entrando por túneles toscamente excavados en la roca, salpicando profundos charcos alimentados por permanentes cascadas, pasando al lado de gigantescas rocas caídas de las cumbres y que en su momento destruyeron la ruta. En el camino pasamos por la población de Pillcopata que originalmente era un asentamiento Huachipare (tribu indígena de la región). Posteriormente la llegada de hordas de colonos procedentes de Puno y del mismo Cusco (zona de la Convención, insensatamente deforestada), han convertido la población en un enclave del narcotráfico y de los negocios ilícitos, como tala y caza ilegal y clandestina de especies endémicas y con riesgo de extinción. De tal manera que al pasar por el lugar se siente la mala onda generalizada.
Mientras hacíamos el recorrido miraba por las ventanillas del bus hacia la selva, los montes y el río, recordando entonces los viajes anteriores a la zona y todos los aportes que habíamos extraído de información sobre el Plan Cósmico, sobre la persona de Jesús y su misión, los orígenes de la Hermandad Blanca, Los Discos Solares,etc.
Después de aprovechar los servicios higiénicos de un hotel, y hacer llamadas telefónicas, seguimos hacia Atalaya y Salvación, poblaciones cada vez más dentro del Manu, y ribereñas del río Alto Madre de Dios. Se nos hacía de noche y en la total oscuridad de la selva son poco recomendables esos caminos, sin embargo continuamos y gracias a la pericia de Roberto y la buena onda de Lucesita, llegamos a Salvación. Una hermosa población donde se ve el trabajo solidario de sus moradores y autoridades por invertir en una mejor calidad de vida.



Allí se veía prosperidad, responsabilidad de sus autoridades, limpieza, orden y buen gusto para tenerlo todo ordenado.
Era de noche cuando nos ubicamos en el hotel Sheyla al lado de una gran Unidad Escolar. Un lugar cómodo, ordenado, y limpio administrado por sus dueños, un matrimonio joven. Llenamos completamente el hotel convirtiéndolo aquella noche en nuestro cuartel general, aprovechando para cenar, darnos un buen baño y organizar los alimentos, medicinas y ayuda que llevaríamos con nosotros, así como lo que íbamos a dejar a los machiguengas.
Fue interesante ver el despliegue de organización, y la madurez con la que se desenvolvió el grupo. Nadie desentonó y todos cooperaban sabiendo lo que tenían que dar y hacer. Hugo y Darío que habían estado en el viaje hacia la base Azul en el 2007, recordaban la existencia de una movilidad (autobús) y su dueña que podían hacernos el transporte de Salvación hacia el siguiente punto a orillas del Madre de Dios (Gran Amaru Mayu, o Gran Serpiente), a 40 kms de distancia. Felizmente pudieron hacer las coordinaciones para ello, y se consiguió el bus para llevar con comodidad al grupo y a la carga al día siguiente.
Aquella noche nos acostamos lo más temprano posible para recuperar fuerzas ya que en pocas horas más el día 9 partiríamos hacia el Km 250, localidad de Santa Cruz que es el puesto de vigilancia de los guardaparques del Manu.

Aquella noche llegó tarde al hotel Pablo Torres Guzmán subdirector del Parque Nacional del Manu y miembro de nuestro grupo, así como amigo entrañable. Y ni bien él llegó con su chofer, fueron ambos testigos del avistamiento de un Ovni sobre la población de Salvación, y especialmente encima del hotel donde permanecíamos alojados. Pablo terminó hospedándose en la habitación 14, que era la única desocupada.
Aquel 9 de Agosto, al amanecer de una mañana fría y húmeda, llego al hotel el segundo bus contratado con su chofer y la esposa de éste (nuevamente una pareja). Vinieron por nosotros tal como se había acordado. La movilidad era vieja y destartalada pero aún así un lujo en esas tierras. El bus hacía diariamente la ruta entre Salvación, Santa Cruz y Shintuya ida y vuelta. Antes de empezar su recorrido normal iba ha hacernos un expreso, esto es un viaje sólo para nosotros.
Partimos muy temprano recorriendo a pleno día esta ruta inigualable, de un entorno natural alucinante. En el camino tuvimos que atravesar varios cauces de ríos secos, y otros con caudal, porque no sólo el camino los atraviesa sino que muchas veces ¡eso era el camino!.


Después de varias horas para recorrer una distancia relativamente corta llegamos a 250. En el puesto de control el grupo se dirigió con Pablo Torres hacia las oficinas administrativas donde nos encontramos con la guardaparques Marlene, quien nos recibió muy amablemente, disculpándose de que por falta de personal no podrían encomendar a nadie para que nos acompañara, y que más bien tendríamos que ir solos. Esto lejos de confundirnos o desilusionarnos, nos alegró porque necesitábamos ir más lejos confiando, sin que hubiese quien por seguridad y escrúpulos decidiera limitar nuestra proyección. Después de despedirnos de la señorita Marlene, subimos nuevamente al bus que nos acercó los casi dos kilómetros que nos separaban del embarcadero de Santa Cruz. Aunque el tal embarcadero no existía y era solo la playa a la orilla del río donde se ubicaban de manera improvisada los peque peques o lanchas selváticas.


Cuando llegamos ya estaban los machiguengas esperándonos. Ellos habían llegado temprano trayendo cantidad de racimos de plátanos que ellos cultivan alrededor de su aldea, y los traen a Santa Cruz para comerciar y conseguir a cambio: verduras, harina, combustibles, etc.
La presencia de Pablo quien reunió a los machiguengas para dialogar fue gravitante como para aclarar la situación que se había generado en el Cusco con la ONG, y darles a entender el tipo de viaje que estábamos realizando que no era precisamente turístico. Finalmente Oscar, jefe y presidente en ejercicio de la comunidad quedó más que conforme con los pagos que se les habían hecho tal como originalmente ellos mismos habían dispuesto. También Rubén, el motorista quien es actualmente el tesorero de la comunidad quedó conforme con la negociación y el nuevo pago que se hizo para alquilar una tercera embarcación.
La gran sorpresa fue encontrarnos primero con Josefina, la esposa de Pancho, y luego con éste. Ellos fueron los que veinte años atrás nos guiaron desde la aldea hacia la piedra de los símbolos de Pusharo. Josefina estaba delicada de salud y se iba hacia el Cusco, por lo que aprovechamos entre todos a hacerle una imposición de manos pidiendo por su salud, lo cual ella agradeció.
Por la presencia cada vez más creciente de colonos en la zona, las riberas se empiezan a llenar de basura, por lo que abundan las botellas y bolsas plásticas, pañales desechables, toallas sanitarias, latas, etc. todas desparramadas. Así que el grupo se organizó de inmediato para hacer una dinámica práctica por la Madre Tierra, recogiendo la mayor cantidad de basura en un área de un kilómetro, llegando a llenar varios costales, los cuales Pablo se encargo de retirar de la playa. Fue interesante ver como los niños de la población al vernos recoger la basura se acercaron y con entusiasmo nos ayudaron a recoger mucho más.
Nos embarcamos por el río Madre de Dios en tres peque peques o botes a motor. Pero como decíamos, son motores reciclados o adaptados, de aquellos que se usan para extraer agua. No son motores fuera de borda especiales para lanchas a motor sino algo completamente artesanal.


En dos de ellos íbamos repartidos los trece expedicionarios más algunos machiguengas. En la tercera balsa iban machiguengas y la mayor parte de la carga.
Fue un largo recorrido por el río principal hasta que pasamos por una zona donde había como oleaje, entrando algo de agua a la embarcación.

En la medida que avanzábamos por el gran río nos íbamos acercando a unos de sus afluentes, el río Palotoa. El ambiente luminoso y soleado se respiraba mágico. Realmente se sentía el apoyo y la presencia de los guías cerca, como después se pudo corroborar ya que en las fotografías que tomamos de esa parte del viaje, llega a ser visible la nave suspendida en el aire a baja altura.



Una vez en el río tributario la ruta del Palotoa era todo el tiempo río arriba, yendo contra la fuerza de la corriente y subiendo gradualmente hacia las montañas. Como no estábamos en época de lluvias, había relativamente poca agua y en muchos sitios insuficiente profundidad aunque la corriente arrastraba. En algunas partes se formaban pozos profundos y remolinos igualmente peligrosos. Esto hacía que fácilmente las embarcaciones quedaran varadas o incrustadas entre las piedras o que golpearan muy fuertemente arriesgándonos a voltearnos, debiendo bajar inmediatamente al agua y sobre la marcha ayudar entre todos a jalar la barca sacándola de su estancamiento.
Fue mucho el esfuerzo físico de bajar una y otra vez de las barcas, empujarlas o jalarlas cuidándonos de las piedras resbalosas, teniendo que esforzarnos en luchar contra la corriente y luego saltar a la embarcación con el riesgo de cortarnos con clavos sueltos en la madera o lastimarnos con las astillas que abundaban. En varios momentos hubo que bajarse y caminar por las orillas del río por extensas playas de cantos rodados, aligerando al máximo el peso en los botes para que estos pudieran pasar los rápidos y las zonas muy bajas.
Fue asi que después de varias horas, llegamos a la aldea machiguenga de Palotoa Teparo, donde desembarcamos la carga que se traía para la comunidad donada por los grupos de todo el mundo consistente en comida, ropa, sal, azúcar, útiles para la escuela, machetes, etc. Lo cual fue recibido en nombre de la comunidad con gran beneplácito por Oscar, el actual jefe.
Una anécdota graciosa fue conocer a un pequeño monito que encontró el Huachipare Miguel en la selva, y que es ahora la mascota de toda la tribu, cuyo nombre es “Capitán”. Rápidamente el pequeño primate hizo buenas migas con algunos de los compañeros del grupo.
La comunidad nos pidió que ya que estábamos de paso, nos diéramos un tiempo y fuéramos a ver su escuela visitando a la profesora Aracely y a los niños, lo cual hicimos disfrutando de su compañía, pudiendo hacerle a ella en nombre de todos los grupos un donativo de dinero para apoyarla en la adquisición de más materiales.
Dejando atrás la comunidad, una parte del grupo nos dirigimos caminando por la trocha que han hecho los machiguengas cruzando a pie la selva, mientras los peque peques avanzaban por el rio con unos pocos del grupo nuestro en ellos. Asi sin el sobrepeso de nuestra presencia los botes avanzaban más rápido y nosotros caminábamos sin peso también.. El recorrer la jungla es una experiencia única, debido a que desfilan delante nuestro una variedad inigualable de árboles, plantas, flores y hasta insectos, asi como que se escuchan infinidad de sonidos de la naturaleza.


Fueron varias horas avanzando por un camino en extremo irregular lleno de troncos caídos, lianas, espinos, cauces secos o semi secos de ríos que nos mantenían los pies mojados, y nos obligaban a tener que fijarnos bien por donde caminábamos para no accidentarnos. Los niveles de concentración agotaban la mente, de tal manera que después por la noche había sido tanto el esfuerzo físico como el mental.
Dentro de la selva, la atmósfera es muy diferente a la de la orilla de los ríos; es más húmedo y por la altura de los árboles así como por lo intrincado de la espesura, es una penumbra.
Durante la caminata Miguel el huachipare nos dijo:
-Sabía que uds. iban a venir porque no estaba lloviendo y no habían relámpagos en la montaña.

Dicho comentario no sólo nos sorprendió, sino que lo sentimos como una confirmación más de que debíamos estar allí en ese especial momento planetario para cumplir con una evaluación colectiva y una convocatoria a materializar los ideales de servicio de nuestra misión.
La caminata fue larga hasta el Tambo, un edificio grande de madera con techos de gigantescas hojas secas, a manera de hostal en medio de la selva que la comunidad ha implementado para empezar a recibir turistas.


Desde allí continuamos hasta llegar a la orilla del rio donde se ayudo a jalar con cuerdas las embarcaciones para que ascendieran por los rápidos más pronunciados. Una vez los peque peques alcanzaron aguas más profundas nos pudimos subir todos en ellas, siguiendo en las barcas hasta Angaroa, un lugar cercano a Aguaroa donde habíamos acampado en el 2005 y en 1990.
En una playa al lado del río armamos el campamento despejando el lugar de maleza, piedras e insectos; desplegando a continuación las tiendas de campaña, colocando un cordel para secar ropa colgándola alli y preparando la fogata para comer algo caliente.


En ese momento el grupo comenzó a comentar entre nosotros si preparábamos comida para todos, porque éramos trece personas más los machiguengas que eran como ocho. Habíamos traído alimentos como para unos quince a veinte días. Sin embargo, en ese momento cometimos el grave error de pensar con la cabeza y no con el corazón, siendo mezquinos y egoístas, y no los incluimos, pensando en ahorrar y razonando cómodamente que ellos habrían traído lo suyo, o que podían agenciarse sus alimentos cazando o recolectándolo del bosque.
Estaban arriesgando sus vidas por nuestra expedición. Lo hacían con cariño y encima nosotros los dejábamos de lado. Pues ésta terrible desarmonía propia de una actitud más que equivocada repercutió vibratoriamente en una fuerte lluvia que nos cayo por la noche y que nos llevó a una vergonzosa reflexión. De tal manera que resolvimos al día siguiente resarcirles brindándoles en Pusharo un suculento almuerzo. ¡Y así lo hicimos!.
Salimos temprano aquel día 10, para lo cual desarmamos rápidamente el campamento, cosa que no fue nada fácil porque todo estaba bastante mojado de la lluvia. Aprovechando que las embarcaciones seguirían llevando la carga, colocamos en ellas las carpas y mochilas, mientras que nosotros nos pusimos a caminar, siendo guiados en todo momento por Miguel, su esposa Hilda y su perro Osa, recordándonos el Mapa del Paititi y la escena de 1990 en ese mismo lugar con Pancho, Josefina y su perro.
En lo que el grupo venía caminando, Miguel reflexionó en voz alta y dijo: “Los nuevos tienen que sintonizarse con la naturaleza. Oscar nos ha pedido que les acompañemos hasta el Muro y más allá, pero nosotros lo haremos hasta donde sea necesario”…

Era curioso ver como una y otra vez se repetían las imágenes del mapa de los misioneros del siglo XVII, y entre ellas especialmente la figura de la pareja, que representa la polaridad, la unidad, la fidelidad, la hermandad y el amor en sus niveles más elevados.
El ambiente estaba muy frío y nublado, pero en la medida que nos fuimos acercando a Pusharo, la temperatura fue aumentando y las nubes fueron desapareciendo al igual que la niebla que cubría el Cañón.


En el suelo y sobre la marcha empezaron a aparecer unas piedras negras en forma de canicas, característica de la zona y que en viajes anteriores hemos relacionado con la presencia en la ruta de la Guardiana de la zona. Y de vez en cuando aparecieron también piedras de diferentes tamaños, algunas muy grandes en forma de corazón.


En esa zona cercana al muro de Pusharo en 1990, precisamente en la orilla del lado derecho estaba ubicada la choza de Cachán, el jefe de la tribu en aquel entonces, y según Miguel: “El último de los Meditadores o jefes místicos”, quien fue quien nos sugirió en ese entonces, que para que entráramos al Paititi lo hiciéramos orando en el muro. Ese lugar del Siskibenia era donde los machiguengas plantaban maíz.
Al llegar a Pusharo nos dimos con la sorpresa de que por las lluvias diluviales que se registraron en Cusco y el Madre de Dios entre Enero y Febrero del 2010, el río Siskibenia creció tanto que cambió de curso dividiéndose en tres brazos. Esto hizo desaparecer la selva alrededor de la piedra de los símbolos, lavando y socavando la piedra hasta sus mismas bases. De tal manera que aquello que habíamos visto grabado en el muro hacia abajo, debiendo arrodillarnos para ver y tocar los símbolos, ahora estaba varios metros por encima nuestro.


Por el contrario, por dónde antes venía el río ahora era la playa de arena y piedras, que fue el lugar donde se armó el campamento.
En la primera exploración ese día 10 tuvimos que cruzar hacia la gran piedra, lo cual hicimos con suma dificultad atravesando los tres brazos del río, siendo el más peligroso, el último y que era el que pasaba a un lado de la piedra golpeándola con fuerza. En el lugar hicimos la Cúpula de Protección, también dispusimos la mesa de altar simbólico con algunos de los elementos facilitados por los Q`eros en el Qosqo y pedimos a los espíritus de las cuatro direcciones que nos acompañaran y guiarán. A continuación dirigí un trabajo con los Cuatro Elementos, especialmente con el agua, irradiando al planeta y enviando esa programación a través de los ríos, las nubes y la humedad a todo el planeta…Recordamos en ese momento en voz alta de que estábamos en el lugar “Donde se tiene el poder de hacer y desear”, por lo que en nombre de todos, aprovechamos para hacer una conexión de la Tierra y nuestro tiempo con el Real tiempo del universo. Después hicimos la consabida dermóptica colocándonos en frente de la gigantesca piedra, poniendo a continuación nuestras manos con los dedos sobre la roca, al igual que nuestras frentes.


A continuación realizamos una regresión en el tiempo todo acompañado de mantrams como Rama, Amar, Om, Adonai, Zin Uru para aperturar puertas entre las dimensiones y conectarnos de muchas maneras distintas y complementarias con el lugar y la Hermandad Blanca.


En el muro habían gran cantidad de rostros corazón de todo tamaño, con diferencia de diseño entre uno y otro. También se multiplicaban las espirales, las formas sinuosas como recordándonos los ríos de la zona y hasta la serpiente de las dos cabezas.


Fue interesante descubrir en una parte superior del lado derecho de la gran piedra a la montaña azul, lugar marcado en el mapa del Paititi y ubicación de la base de los guías extraterrestres en la zona.
El que el río lavara y descubriera los fundamentos de la piedra, permitió que asomaran figuras desconocidas anteriormente como el rostro del dios hacedor de la Isla de Pascua “Make Make” ( en forma de una nariz prominente o un pene y dos ojos o testículos), lo cual puso de manifiesto nuevamente que fue la gente de Túpac Yupanqui la que pobló esta zona, dejando huellas y marcas similares a las de la Isla de Rapa Nui.


Por la tarde se dispuso el almuerzo celebrando con los machiguengas el que hubiésemos llegado con bien al Muro. Nuestros guías indígenas lo disfrutaron mucho, acompañándolo con risas y evidente alegría. Durante la noche tuvimos Luna, recordando también el mapa donde aparecen las Luna y sus fases. En la oscuridad nocturna, sentados sobre troncos alrededor de la lumbre, tomamos todos una sopa caliente preparada por nuestras queridas hermanas de la expedición, aprovechando para comentar el día y la ruta hasta ese momento. Más tarde y antes de acostarnos hicimos meditación.
La ventaja de contar con la compañía de los machiguengas es que no tuvimos que organizarnos en guardias nocturnas que contribuían a un mayor cansancio de todos, después de un dìa agotador. Ellos, los indígenas nacidos en la selva están permanentemente atentos a todos y a todo, para quienes ningún ruido ni movimiento de la selva se les escapa de su atención. Los machiguengas (Incas antiguos) nos cuidaban, y es que a diferencia de los viajes anteriores, esta vez hasta la tribu misma había insistido que cruzáramos el Cañón acompañados de dos de ellos, cuando hasta hace poco les era prohibido acercarse si quiera.
El día 11 amanecimos estremecidos por un fuertísimo viento que venía del cañón y que amenazaba con tirarse abajo el campamento. De hecho, los tendales cayeron sobre la arena con toda la ropa que se estaba secando.
El amanecer fue bellísimo apareciendo el Sol de un color rojo intenso, y cesando el viento.


Aprovechamos en levantarnos temprano para meditar y ordenar lo que el viento había botado o hecho volar. Ese día nos quedaríamos en Pusharo elevando más y más la vibración, aprovechando en volver a cruzar en dirección de la piedra de los símbolos continuando con las prácticas y con las exploraciones. Este descanso fue más que necesario porque varios de los compañeros necesitaban reponer fuerzas y sanar algunas heridas, entre ellos Francisco Sosa de Huancayo. El había tenido días antes un accidente en Aguas Calientes (Machu Picchu), de tal manera que tenía un corte profundo e infectado en un dedo del pie, y toda la ruta, aunque se había estado cuidando, había sido un sufrimiento continuo para él.
Del otro lado, y ya bajo el muro Argenis de Colombia dirigió un hermoso y nuevo trabajo con los cuatro elementos, recordando que debemos reiterar una y otra vez nuestras intenciones, lo que les da mayor fuerza.
Terminados los trabajos frente al muro seguimos todo el grupo a Darío y Hugo de Uruguay, quienes ubicaron un pequeño sendero que asciende la gran roca, pudiendo encontrar metido dentro del bosque que rodea la peña otros petroglifos, algunos de un corte al parecer Inca.
En viajes anteriores una parte de la expedición se había quedado trabajando en la piedra, mientras que otros cruzaban el cañón. Pero esta vez los guías habían alertado de que las puertas del Paititi se habían movido y que ahora era diferente, asi que todos podíamos cruzar, y que mas bien al regreso sería la partición, en un trabajo definitivo que necesitaría unidad, desprendimiento y entrega.
Esa tarde nos dimos un refrescante baño en el río Siskibenia, quitándonos el sudor de día y todos los insectos que se nos habían trepado en el monte.
Por la noche meditamos mucho y fuimos apoyados por el avistamiento de un objeto luminoso que avanzaba encima nuestro y que se dirigía hacia el Mecanto (Cañón). Por un momento se inmovilizó y estuvo lanzando fogonazos de luz sobre nuestro campamento. Luego se marchó, dirigiéndose al Cañón…Para nosotros esto significaba que estaban avalándonos como para que al dia siguiente iniciáramos el cruce de éste paso entre montañas que nadie había cruzado en cuatrocientos años hasta que en 1990 los grupos invitados por los guías y la Hermandad Blanca lo hicimos con mucho éxito y evidente aceptación evidenciada en la protección que recibimos.
A la mañana del dia 12 nuevamente un viento huracanado nos despertó pudiendo ver salir del interior del cañón nubes blancas muy bajitas y compactas, lo cual tomamos como señal de la Dama de Luz para que levantáramos el campamento y emprendiéramos la marcha.
Salimos a las 7 a.m. de Pusharo llevando todo el equipo sobre nuestras espaldas. Las mochilas estaban muy pesadas pero felizmente los días anteriores habíamos tenido oportunidad de descansar, por lo que teníamos fuerza para lo que fuese menester. El avance fue lento pero seguro, cruzando el río de una orilla a otra de manera casi intermitente. Poco a poco nos íbamos adentrando en el cañón que se iba estrechando, manteniendo paredes verticales a los lados. Para poder cruzarlo debíamos subir con todo el peso que llevábamos a cuesta sobre grandes rocas, troncos caídos y hasta arrastrarnos por grietas.


En algunas partes la corriente era tan fuerte y los pozos de agua tan profundos que no solo nos hundíamos sino que el río nos arrastraba. Tanto peligro junto y la necesidad de una concentración permanente hizo que la mayoría estuviésemos en una actitud de meditación continua, y en sintonía con el entorno.
Pudimos después de varias horas cruzar el cañón ingresando en el territorio propiamente dicho del Paititi o Paiquinquin (“donde uno puede ser uno mismo”), y sí se sentía la diferencia.
En mi caso particular el cruce había sido tan duro que mis botas de cuero cocidas y selladas neumáticamente se me destrozaron, abriéndose completamente y tornándose inservibles. Y por querer seguir por el río sin solucionarlo, me caía al agua siendo arrastrado por la corriente con riesgo de ahogarme. Felizmente la mirada atenta de todos mis compañeros que no podían hacer nada por mi, me dieron la fuerza para incorporarme a pesar del peso de la mochila. Fue como una fuerza invisible que me levantó del agua.
Ese día nos demoramos ocho horas y media en llegar a establecer nuestro primer campamento detrás del cañón en la zona de Chiroquia, o también bautizada por nosotros la quebrada de la Sachavaca, por estar deambulando por la zona un Tapir o Sachavaca de gran tamaño. Allí descansamos, compartiendo en todo momento nuestros alimentos con los machiguengas Miguel y Calixto, quienes a su vez consiguieron platanitos enanos de monte que se cocinaron y los comimos todos. Aquella noche hicimos varias dinámicas como para masajearnos todos mutuamente, aliviando así el dolor generado por las mochilas. También meditamos profundamente visualizando a los grupos que nos apoyaban a la distancia y la presencia cercana de seres de luz..
El día 13 salimos a las 8 a.m. levantando nuestro campamento e iniciando la caminata hacia Cuitaquiquia, que finalmente llamaríamos la Quebrada de la Cascada Lague, en honor a su descubridor, nuestro hermano y amigo Daniel Lague de (Lima). Por todo el camino veíamos árboles altísimos de singular belleza y fuerza, de los que colgaban extensas lianas hacia el río. A un lado y otro se multiplicaban los montes altos cubiertos de vegetación, y algunos con formas piramidales. Al final de la larga caminata de ese día, nos ubicados en una hermosa playa al lado del río. Tanto fue el cansancio y el calor que sentimos en el trayecto que nos bañamos con ropa y todo. Parecíamos niños. Aquel día lo empleamos en muchas meditaciones y trabajos espirituales diferentes. Al final del día teníamos un precioso cielo estrellado sin una sola nube.
Durante las meditaciones recibimos este mensaje:

Comunicación: 13.08.10
Lugar: Cascada Lague (Manu)
Antena: Tell-Elam
Sí Oxalc, en contacto con ustedes.
Amados hermanos, nos encontramos muy cerca vuestro con los guías Sampiac, Anitac y Titinac. Estamos siguiendo paso a paso su esfuerzo y logros. Hace dos días la hermana Anitac soltó lágrimas de emoción que a todos nos sorprendieron y conmovieron en la nave, al ver ella el esfuerzo, riesgo y entrega del grupo; y al saber que no podemos intervenir porque lo que están viviendo es vuestra parte de la misión en su entrega desinteresada por amor.
Comentario:
En el contacto permanente con la humanidad los guías se han visto afectados por el contacto con nuestras emociones y sentimientos, produciéndose en ellos una revolución interna, difícil de manejar para ellos. Ese es el proceso de su propia transformación.

Las puertas se os han abierto porque son muchos los que os apoyan y se han unido en ésta saga colectiva. La Hermandad Blanca os ha invitado a través de los mensajes y las señales para ser depositarios de luz y conocimiento, con las mayores responsabilidades que esto conlleva. Ahora deben saber culminar lo iniciado hace ya tantos años.
Comentario:
Este viaje al Paititi en el 2010 significaba una evaluación individual y colectiva de todo el conjunto del grupo y de toda la humanidad a través nuestro. Debíamos ser capaces de la entrega total para canalizar información y energías trascendentales para esta época de transición hacia otras realidades.

Las jerarquías de luz se preparan para que en este lugar sean uds los que se abran, y que éste viaje sea por tanto un detonador de muchas cosas a nivel mundial, entre ellas el conocimiento y la incorporación en vuestros corazones del espíritu planetario.
Comentario:
Los seres extraterrestres con su mayor desarrollo mental han ido perdiendo el contacto con su espíritu planetario, lo cual los ha llevado a una cómoda y controlada vida artificial, y a traído consigo que ese mismo espíritu o corazón cristal vaya muriendo o adormeciéndose hasta cortarse definitivamente toda conexión. Esto también lo vienen a aprender los extraterrestres a través nuestro. A recuperar el contacto con la Madre, con el espíritu planetario creando las condiciones como para que los incorporemos previamente en nosotros. Sobre todo ahora que estamos cerca del Giro del Tiempo, y que como sabemos la Tierra no existe en el Tiempo Real. Al incorporarla en nosotros y estar frecuentando lo portales dimensionales y a los mismo Hermanos Mayores, podemos hacérselo sentir concientemente a ellos, estableciendo gradualmente el puente de reconexión y asegurando el tránsito de la vida, en la vida…

Con éste viaje abrirán uds una ruta interior nueva y diferente dentro de vuestra humanidad. Será un camino hacia adentro, pero a la vez hacia fuera donde se encontrarán con la vida que requiere ser preservada y representada por y en uds.
Con amor Oxalc.
Comentario:
Ciertamente ahora que hemos vuelto del Madre de Dios, lo podemos verificar, vivimos tanto intensamente en nuestro interior, y ahora las puertas se abren para compartir…

”Vienen siguiendo el llamado de la vida sin más expectativa que servir al plan, solo por ello el corazón se les abrirá, y con la llave del amor las puertas nunca más volverán a cerrarse.
La Dama de Luz los ha acogido y abrazado. Uds. hagan lo mismo, abrácense y no dejen a nadie al margen, todos son y están en vuestra saga para ayudarlos y ayudarse a alcanzar la montaña segunda, la de la trascendencia, la que se conquista dentro…”(Oxalc)
Comentario:
No es fácil llegar a la trascendencia, esta requiere que uno este dispuesto a olvidarse a si mismo para ser y estar, fluyendo…

Aquella noche estábamos descansando plácidamente dentro de las tiendas de campaña, cuando sobre la 1.20 a.m. de la madrugada del día 14 empezó a llover con gotas gruesas, y de pronto se largo a llover diluvialmente por varias horas, convirtiendo aquella playa a la orilla de la jungla en una islita que iba reduciendo rápidamente de tamaño, llegando a introducirse el agua en una de las carpas, de donde tuvieron que salir de emergencia nuestros compañeros. No podía entender por qué estaba pasando eso si estábamos realmente en armonía. Además, habíamos trabajado fuertemente elevando la vibración, haciendo protecciones e irradiaciones y asumiendo todos los errores posibles de actitud o por inconciencia.
En medio de la terrible tormenta salimos con Nimer fuera de nuestra tienda de campaña alertando a los demás para que organizaran de inmediato sus mochilas y equipos, no fuera ha ser que tuviéramos que correr hacia el monte ante una eventual riada o aluvión.
Mi confusión era tremenda, caminaba con mi poncho de agua de un lado para otro bajo la lluvia. No entendía nada lo que estaba pasando y por qué estaba pasando. Quizás me había sentido demasiado confiado. Pero ¿en qué me había equivocado?¿Qué había hecho mal? O, ¿qué habíamos dejado de hacer entre todos?
En ese momento recordando donde estábamos los llamé a los compañeros y compañeras, y saliendo todos de las carpas nos pusimos hacer en voz alta la gran invocación. Después de estar haciendo largo rato mantralizaciones, al ver que no se acercaban nuestros guías indígenas fui a ver a los machiguengas. Y al acercarme a la tienda ocupada por ellos, se olía fuerte como a un mal tabaco y los llamé. Salió del interior bastante mareado y en medio del intoxicante humo Miguel, quien junto con Calixto estaban fumando marihuana en su tienda. Sorprendido en grado sumo, les pedí que no lo hicieran, y ellos me confirmaron que ya no lo harían. Entonces me di cuenta que todo ello era un llamado de atención de la Madre Naturaleza. Mi error había sido garrafal. En vez de integrar a los machiguengas a nuestra expedición de viaje y ser quince, 13 más dos; nosotros estábamos por un lado y ellos por otro, sin darles participación ni aprovechar en instruirnos mutuamente y guiarlos como ellos nos guiaban a nosotros. Un claro ejemplo de esto es que estábamos compartiendo los mismos alimentos, y sin embargo ellos seguían cazando sin haberles pedido que no lo hicieran por estar ahora en una zona sagrada. Además no tenían necesidad de hacerlo.
Miguel una vez que se despejo de su vuelo estratosférico, se me acercó y viéndome contrariado me dijo que no me preocupara, porque la lluvia no era por nosotros y que ya no llovería. Ciertamente al rato dejo de llover, y no volvió a llover.
Conciente de los errores cometidos decidí que ese día 14 de Agosto, cumpleaños de nuestro querido hermano Darío, haríamos ayuno quedándonos en el lugar y haciendo de ese día un tiempo de retiro, meditación e introspección.
Amaneció en medio de prácticas y mantralizaciones. El campamento lucía como bombardeado. Luego de organizarnos procurando poner orden al desorden hicimos un ayuno silente, lo cual fue aprovechado por Daniel para recorrer el monte. El es originario de la selva baja del Perú, y estaba disfrutando de aquel ambiente que le recordaba su niñez. En lo que Dany estaba explorando encontró una bellísima cascada que luego nos mostró a todos, bautizándola por acuerdo general la “Cascada Lague”. En honor a su descubridor. Frente a ella hicimos meditación y nos vimos transportados a la época Inca, conviviendo por un instante con aquella gente que se refugió en la zona hace cuatrocientos años atrás. Fue contundente y mágica la experiencia en ese extraordinario lugar al que habíamos llegado subiendo la cuesta de un cerro. Nunca hubiéramos llegado allí, ni hubiésemos realizado el trabajo que hicimos si no nos hubiésemos quedado un dia más y no nos hubiese llovido.
En lo que estábamos en la cascada, Darío hizo otro interesante descubrimiento como fue una gran piedra semi enterrada con ángulos trabajados de 90 grados. La fotografiamos y la registramos dentro de los descubrimientos de este viaje como “la piedra Silva”, por Darío Silva.
Regresando de la cascada encontré una piedra plana no más grande que una mano con un evidente número uno tallado en relieve. Esto me hizo recordar la presencia de misioneros jesuitas en la zona hace tantos siglos atrás. Al llegar a la orilla del río me tropecé con Francisco, quien había hecho un hallazgo similar pero con el número cinco. Juntamos las piedras para fotografiarlas, y se formaba el número quince, comprendiendo que el gran mensaje ere ese: Ya no somos trece exploradores más dos guías indígenas, somos una unidad de quince seres humanos representando a toda la humanidad. Y el número quince es la unidad a través del dialogo y la comunicación (el uno como comunidad mental) y el cinco, el ser humano (mágico y mago), capaz de transformarse y transformar. Suman seis que es equilibrio y balance, para enfrentar lo que significa el quince que son las pruebas que hay que enfrentar en la actitud correcta, sin apasionamientos.
El día transcurrió en armonía saliendo sol y secando los estragos de la tormenta, de tal manera que ya por la tarde parecía que no hubiese ocurrido nada. Aquella noche, saliendo del ayuno pudimos celebrarle a Darío su cumpleaños compartiendo entre los quince un pequeño pastelito que las chicas siempre previsoras, habían dispuesto y guardado para esa ocasión. Lo compartimos con gratitud después de haber valorado todo lo vivido y aún lo sufrido.



PUBLICADO POR RAHMA TRUJILLO